DESORDENADOS ANÓNIMOS
“Del pozo al gozo” –Primera parte
Me trasladaron para Cali. Manizales nos había acogido por un año y era hora de regresar a mi ciudad. Vivíamos en una casa espaciosa de tres pisos, con cuatro habitaciones; ciertamente había mucho trabajo por delante para empacar el “trasteo”. Necesité la ayuda de varias amigas; creo que fueron diez manos, incluyendo las mías, trabajando en la maratónica tarea de revisar y empacar una avalancha de ropa, zapatos, bolsos, accesorios, papelería, libros y otros objetos de diversa naturaleza.