Me trasladaron para Cali. Manizales nos había acogido por un año y era hora de regresar a mi ciudad. Vivíamos en una casa espaciosa de tres pisos, con cuatro habitaciones; ciertamente había mucho trabajo por delante para empacar el “trasteo”. Necesité la ayuda de varias amigas; creo que fueron diez manos, incluyendo las mías, trabajando en la maratónica tarea de revisar y empacar una avalancha de ropa, zapatos, bolsos, accesorios, papelería, libros y otros objetos de diversa naturaleza.

Aprendemos a convivir con la acumulación, terminamos cediendo nuestro espacio para entregárselo a las cosas. En esa ocasión, encontramos mucha ropa, prendas echadas a perder ahogadas en la inmensidad de un vestier, víctimas de la humedad, unas que no me había estrenado, otras que no usaba porque ya no me gustaban, y un sin fin de cosas que no recordaba si quiera que existían. Esas amigas con mucho amor me ayudaron a desenmarañar semejante caos y me vieron tal cual, desordenada de la peor de las formas.

Empacar cosas y cosas, solo por la obligación de tener que llevarlas consigo, sin siquiera saber o entender la razón para conservarlas. Ese momento fue la oportunidad de ver la crudeza de mi desorden, fue un momento crucial para rozar el fondo del pozo. Porque ya venía con un cúmulo de tropiezos laborales, inmersa en un sistema de autoflagelación en donde me juzgaba duramente por mi estatus, sin embargo, no lo abandonaba.

Cambiarse de ciudad no fue la solución. Se fue una desordenada de Manizales y regresó una desordenada a Cali; llena de ropa, papeles, libros y artículos variados que no fueron gestionados debidamente . Observé que la misma desordenada había transitado por tres ciudades, Cali, Pereira y Manizales, habitando espacios agradables y bellos, hasta tener la oportunidad en ese lapso de estrenar tres casas con armarios generosos. Se me fue el tiempo haciendo lo mismo, por varios años estuve llena de quejas e impotencia, porque sencillamente me había dado por vencida. Mis primeros años de vida estuvieron llenos de los  malos tratos de mi madre debido a su TOC –trastorno obsesivo compulsivo—con el orden y el aseo, nuestro distanciamiento y otras situaciones de la infancia a las cuales apenas iniciaba a hacerles frente, parecían las excusas perfectas para quedarme hundida.

Así que, por esos días, al rozar el fondo del pozo, recordaba con mayor insistencia una experiencia que me había impactado; porque de algo muy simple me había sobrevenido una especie de epifanía. Cuando vivía en Pereira viajé a Cali para cumplir con una reunión de trabajo. Me hospedaron en el Hotel Intercontinental, y mientras me dormía vi un programa en la TV. Era un formato reality, se trataba de una mujer norteamericana, joven, blanca, de cabello negro y ojos azules; nunca he podido recordar su nombre, ni encontrarla en la web. Ella tenía una historia de superación especial, había sobrevivido al huracán Katrina y en medio del desastre pudo llevar consigo solo que logró empacar dentro de una pequeña maleta.

Asesoraba a personas para ordenar y embellecer sus casas, mientras que en ese capítulo realizaba un “home tour” y la gente recorría todos los rincones de su casa, abriendo estantes y cajones como quien destapa regalos; lucían anonadados, con rostros de niños sorprendidos. Todo lucía bello, ordenado e impecable. ¡Me encantó!, sentí que quería hacer eso! ¡Una locura!, ¿cómo podría aspirar a aquello una desordenada? Al final del programa habló el esposo de la protagonista, explicó que ella era un poco obsesiva con el orden, que se tornaba irascible con frecuencia y que tenían algunos problemas debido a eso. Entonces me dije: “no gracias, no quiero eso, no quisiera repetir el patrón de mi madre”. Sin embargo, la imagen de la mujer del reality, jamás me abandonó.

Regresé a Cali desde Manizales. Me encontré buscando consejos para dejar de ser desordenada y me encontré con la NAPO de Estados Unidos — National Association of Professionals Organizers — que ahora le adicionaron a la sigla productivity and organizing–. Encontré fascinante su comienzo en los años 80, basado en una filosofía netamente solidaria, cuando un grupo de señoras de Utah (USA) se reunían para compartir sus estrategias de orden y ayudarse mutuamente para ordenar sus hogares. Busqué información, pero no había –y no hay aún –información en español disponible en la web. Lo que sí me quedó muy claro, es que, para certificarse como organizador profesional con ellos, si o si hay que viajar a Estados Unidos…así que dije: no gracias…

Continúa :”Del pozo al gozo” —Segunda parte http://serordenado.com/del-pozo-al-gozo-segunda-parte

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19 commentarios

Ana Claribet Delgado · 09/06/2019 a las 2:20 pm

Tu realidad es la mía… Sólo que al revés. Mi madre era desordenada y yo padecía. Del Toc… Y fue necesario aprenderlo a manejar… Gracias por Compartir… ??

    Ser ordenado · 09/06/2019 a las 10:32 pm

    Ana, gracias por la retroalimentaciòn. Por estas situaciones es que propongo una relación saludable con las cosas que se tienen a cargo, para que sean instrumentos de paz y de salud. — Por algo los trastornos obsesivos, son màs que caprichos o un alto nivel de exigencia. Ciertamente requieren diagnostico y acompañamiento profesional. —

    Ser ordenado · 09/06/2019 a las 10:39 pm

    Ana, leíste la segunda parte??

    Ser ordenado · 13/07/2019 a las 8:13 pm

    Anita, leíste la segunda parte? abrazote!

Ana maria · 13/06/2019 a las 9:22 am

Genial!!! Siento que naturalmente en la vida todo tiende al caos… Pero solo la voluntad hace que aliniemos nuestras cosas y por ende nuestras vidas, el orden genera paz y la paz felicidad, y a eso vinimos al mundo, a ser felices. Te felicito por llevar felicidad a muchos hogares con tu proyecto. Te quiero mucho. Éxito!!!

    Ser ordenado · 13/06/2019 a las 6:18 pm

    Gracias Ana por esta verdad que recuerdas con total claridad. Esto hace parte de de mi propósito de vida, gracias por hacer parte de este crecimiento.Te quiero igualmente!

    Ser ordenado · 13/07/2019 a las 8:12 pm

    Ana, leiste la segunda parte? Abrazote!

jonathan lenis · 13/06/2019 a las 10:35 am

El aprender a desprenderse ayuda mucho, excelente la opción del orden para mejorar la vida

    Ser ordenado · 13/06/2019 a las 6:20 pm

    Desaprender! Mágico! Cuando creemos que estamos haciéndolo muy bien, podemos descubrir que lo podemos hacer mejor!, y ahí vamos creciendo…Abrazote

Carlos Camelo · 13/06/2019 a las 2:27 pm

Siempre disfruto leyendo sus artículos, redactados de manera simple y organizada como el tema propiamente expuesto. Muy buen trabajo.

Carlos Camelo

    Ser ordenado · 13/06/2019 a las 6:21 pm

    Qué bonito leerte desde tan lejos! Gracias por seguir mi trabajo y hacer tus valiosos aportes. Abrazote desde la otra cara del mundo!

Esteban Correa · 01/07/2019 a las 1:33 pm

Soy testigo de primera mano de esta experiencia, puesto que soy el esposo de Nadia. Lo que me gusta recordar de este trasteo, es que no sólo fue una experiencia de movilidad, sino una oportunidad para transformar nuestra vida: valorar el espacio y apreciar con nuevos ojos la armonía y la estética que emergen de los lugares habitados.

    Ser ordenado · 11/07/2019 a las 1:58 pm

    Gracias esposo por tu generosidad, por el apoyo que me profesas y por ser un elemento clave en la construcción de este modelo, mediante el cual he podido ayudarme y ayudar a otros. Te amo.

Caro · 12/07/2019 a las 7:27 am

Creo que tu historia de cambio de casa, es la historia inconsciente de miles de personas. En mi experiencia suelo intentar no acumular y fijarme que tengo en casa con regularidad. Al tener esposo e hijos, caigo siempre en la tentación de decidir que “ya no sirve” de sus cosas y eso me trae con un “estigma”, cada vez que no encuentran algo me acusan de haberlo tirado, así esto no haya sido demostrado ??

    Ser ordenado · 13/07/2019 a las 1:41 am

    Dicen que “no sabes lo que tienes hasta que te toca un ‘trasteo'”. Y aunque suena divertido, aunque muchos sabemos que puede resultar siendo una experiencia complicada cuando intentamos controlar ese volumen desmedido de cosas que no se gestionaron debidamente “antes de”. En el caso de tu practicidad y “conciencia de no acumulador”, podría ser màs edificante para los miembros de tu hogar invitarlos a juzgar sus propias cosas, sin que te conviertas en la villana que les tira sus preciadas cosas –así ya estén claramente deterioradas o en desuso!–. Abrazo enorme Caro!

Martha · 13/07/2019 a las 8:44 am

El acumular tesoros escondidos en casa no ha sido mi deporte favorito, de hecho si tuviera la oportunidad de cambiar cosas cada ocho día lo haría. No trato de apegarme a los objetos para salir de ellos con facilidad. Aprendí también que aveces le heredamos nuestras más preciadas posesiones a otros para en cierta forma encontrar comfort. Lo entendí cuando mi hija mayor salió por primera vez de casa a su misión. Dejo un clóset lleno de ropa para mi hija menor, ropa en muy buen estado que cuando creciera podía usar. Para mí sorpresa mi hija creció y nada le gustó así es que nada usó. Aparte del clóset de ropa que dejó, también guardo ropa para cuando regresara en 18 meses, vaya sorpresa, regreso y dijo que no recordaba haber dejado tanta ropa. Al final dijo regalarla a alguien que la necesite, su intención era comprar nueva ropa y así lo hizo.

    Ser ordenado · 13/07/2019 a las 8:09 pm

    Genial lo que compartes! Nos llevamos sorpresas enormes en la tarea de “retener cosas para un después”. Las cosas cumplen ciclos y funciones en nuestra vida. Algunas se hacen obsoletas, otras se deterioran, y muchas dejan de gustarnos y de interesarnos. Y no es culpa de las cosas, ellas no saben que somos nosotros quienes hemos cambiado realmente!. Otro asunto que ilustras muy bien en la experiencia al interior de tu casa, es que regalar y donar cosas que ya no nos llenan, muchas veces no es compartir, es sencillamente endosarle esa incomodidad, ese asunto inconcluso a otro. Espero tu retroalimentaciòn de la segunda parte. Abrazo enorme!

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